Y David decía para consigo: Ciertamente en balde he guardado todo lo que éste tenía en el desierto, de modo que no se echó de menos cosa alguna de lo suyo; y él me ha devuelto mal por bien.
Ya habían salido de la ciudad, mas no se habían alejado, cuando José dijo al mayordomo de su casa: ¡Levántate, sigue a esos hombres! y cuando los alcanzares, les dirás: ¿Por qué habéis vuelto mal por bien?
¿Debe acaso recompensarse el, bien con el mal? porque ellos han cavado un hoyo para mi alma. ¡Acuérdate de cómo me puse delante de ti para hallar bien en favor suyo, a fin de apartar de ellos tu ardiente ira!
no volviendo mal por mal, ni ultraje por ultraje, sino al contrario, bendiciendo a vuestros enemigos; porque para esto mismo fuisteis llamados, para que heredaseis bendición.
Entonces dijo David a sus hombres: ¡Ceñid cada uno su espada! Y se ciñeron cada uno su espada, ciñéndose también David su espada: y subieron tras David como cuatrocientos hombres, quedándose doscientos con el bagaje.
Y aquellos hombres eran muy buenos para con nosotros, y no fuimos maltratados, ni echamos de menos cosa alguna en todo el tiempo que anduvimos con ellos, mientras estuvimos en el campo.
Y como ella iba cabalgando sobre un asno y estaba bajando encubierta por el monte, he aquí a David y sus hombres que venían descendiendo por otra cuesta a su encuentro; y ella dió de improviso con ellos.
Ahora pues he oído decir que haces el esquileo de tus ovejas. Ahora bien, cuando tus pastores estaban con nosotros, no les tratamos mal, y ellos no echaron menos cosa alguna todo el tiempo que estuvieron en el Carmelo.