ENTRETANTO David huyó de Nayot en Ramá, y llegando, dijo en presencia de Jonatán: ¿Qué he hecho? ¿cuál es mi iniquidad y cuál mi pecado, delante de tu padre, para que siga buscando mi vida?
¶Porque nuestro regocijo es esto: El testimonio de nuestra conciencia, que con santidad, y con sinceridad de Dios, no con sabiduría carnal, sino por la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mayormente para con vosotros.
Heme aquí; testificad contra mí delante de Jehová y delante de su ungido, o cúyo buey he tomado, o cúyo asno he tomado, o a quién he hecho extorsión, o a quién he oprimido, o de cúya mano he admitido un regalo para cegar mis ojos con él; y se lo devolveré.
David pues huyó, escapándose, y vino a Samuel en Ramá, y le dijo todo lo que Saúl había hecho con él. Entonces se fueron, él y Samuel, y habitaron en Nayot.
Y él le respondió: ¡No lo permita Dios! ¡No morirás! He aquí que no hará mi padre cosa chica ni grande, sin descubrírmela a mí. Y ¿por qué habría de encubrir mi padre este asunto de mí? Esto no es así.
Y, padre mío, mira, sí, mira la falda de tu manto en mi mano; que en cortarte yo la falda de tu manto, sin matarte, bien puedes saber y ver que no hay en mi mano maldad ni transgresión alguna; y que no he pecado contra ti, aunque tú estás cazando mi vida para quitármela.