Y él fué allá a Nayot en Ramá; mas estuvo también sobre él el Espíritu de Dios, de manera que siguió adelante, andando y profetizando, hasta que llegó a Nayot en Ramá.
Muchos me dirán en aquel día: ¡Señor! ¡Señor! ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchas obras poderosas?
Y si tuviere el don de profecía, y supiere todos los misterios, y toda la ciencia; y si tuviere toda la fe, de modo que pudiese remover montañas, mas no tuviere amor, nada soy.
Y cuando llegaron allá a Gabaa, he aquí una compañía de profetas que venía a su encuentro: entonces el Espíritu de Dios apoderóse de él, de manera que profetizó en medio de ellos.
Aconteció pues al otro día que le acometió a Saúl el espíritu malo de parte de Dios; y él hablaba frenéticamente en medio de su casa; y David estaba tañendo con su mano como de costumbre; y tenía Saúl una lanza en la mano.
David pues huyó, escapándose, y vino a Samuel en Ramá, y le dijo todo lo que Saúl había hecho con él. Entonces se fueron, él y Samuel, y habitaron en Nayot.
Entonces Saúl envió mensajeros para prender a David. Mas como ellos viesen la compañía de profetas que estaban profetizando, y a Samuel en pie que los presidía, estuvo sobre los mensajeros de Saúl el Espíritu de Dios, de manera que ellos también profetizaron.
Por fin él mismo fué a Ramá; y llegado que hubo al pozo grande que había en Secú, preguntó, diciendo: ¿En dónde están Samuel y David? Y se le respondió: He aquí que están en Nayot en Ramá.