Luego tomó Micol el ídolo doméstico que tenía, y lo metió en la cama, y le puso a la cabecera una almohada de pelos de cabra, y lo tapó con la ropa de la cama.
Dijo entonces Saúl a Micol: ¿Por qué me has engañado así, y dejaste ir a mi enemigo, de manera que se ha escapado? Y Micol respondió a Saúl: Él me dijo: Déjame ir; ¿por qué te he de matar?