Por lo cual envió David mensajeros a los hombres de Jabés-galaad, y les dijo: ¡Benditos seáis vosotros de Jehová! por cuanto habéis hecho esta obra piadosa para con Saúl, señor vuestro, dándole sepultura.
De igual manera vosotros también, cuando hubiereis hecho todo lo que os es mandado, decid: Siervos inútiles somos; porque lo que era de nuestra obligación hacer es lo que hemos hecho.
El fariseo se puso en pie, y oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias que no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni siquiera como este publicano.
el cual dijo a su madre: Los mil y cien siclos de plata que te fueron quitados, y por los que tú pronunciaste imprecación, y de que hablaste también en mis oídos, he aquí que aquel dinero está en mi poder; yo lo tomé. Y le dijo su madre: ¡Bendito de Jehová sea mi hijo!
A lo que dijo él: ¡Bendita seas de Jehová, hija mía! has hecho que tu postrera bondad sea mayor que la primera, en no andar tras los jóvenes, sean pobres o ricos.
Mas Saúl respondió a Samuel: Antes bien, he obedecido a la voz de Jehová, y he acabado la jornada a que me envió Jehová, y he traído a Agag, rey de Amalec, y a los Amalecitas he destruído completamente.
Pero Saúl y el pueblo tuvieron lástima de Agag, y de lo mejor de las ovejas y de los bueyes, y de los animales engordados, y de los corderos, en fin, de todo lo bueno, y no quisieron destruirlo completamente; mas en cuanto a todo lo vil y lo despreciable, eso lo destruyeron por completo.
¶Mas uno de los mozos lo refirió a Abigail, mujer de Nabal, diciendo: He aquí que David envió mensajeros desde el desierto a saludar a nuestro señor; mas él se precipitó sobre ellos como ave de rapiña.