que vinieron unos hombres de Siquem, de Silo y de Samaria, ochenta hombres, raída la barba, y rasgados los vestidos, y que tenían sajadas las carnes, los cuales traían consigo ofrendas y olíbano, llevándolos a la Casa de Jehová.
Entonces le decía Elcana su marido: Ana, ¿por qué lloras? ¿y por qué no comes? ¿y por qué se aflige tu corazón? ¿Acaso no te soy yo mejor que diez hijos?
ENTONCES Ana oró, y dijo: ¡Alégrase mi corazón en Jehová; mi cuerno se ha ensalzado en Jehová! ¡hase ensanchado mi boca sobre mis enemigos, por cuanto me regocijo en tu salvación!