Entonces yo dije: ¡Ay de mí, pues soy perdido! porque soy hombre de labios inmundos, y en medio de un pueblo de labios inmundos habito; por cuanto mis ojos han visto al Rey, a Jehová de los Ejércitos.
¡Oh Jehová tú me persuadiste, yo fuí persuadido! fuiste urgente conmigo, y prevaleciste; y yo he venido a ser un hazmerreír todos los días: ¡todos se burlan de mí!
Entonces dije para mí: ¡No haré mención de él, ni hablaré más en su nombre! pero su palabra fué en mi corazón como fuego consumidor, encerrado en mis huesos; me cansé pues de refrenarme; no pude callar.
Mas el Señor le dijo: Vé; porque éste mismo me es un vaso escogido, para llevar mi nombre delante de los gentiles, y de los reyes, y de los hijos de Israel;
Y él, temblando y atónito, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo:] Levántate, y entra en la ciudad, y allí te será dicho lo que debas hacer.
Si otros tienen este derecho sobre vosotros, ¿no lo tenemos mucho más nosotros? Sin embargo, no hemos usado de este derecho; antes bien, todo lo sufrimos, por no poner estorbo alguno al evangelio de Cristo.