Según la gracia de Dios que me ha sido dada, como arquitecto sabio, yo eché el cimiento, y otro edifica sobre él: pero mire cada uno cómo edifica sobre él.
Dijo además Huram: ¡Bendito sea Jehová, el Dios de Israel, que hizo los cielos y la tierra, el cual ha dado al rey David un hijo sabio, entendido, juicioso e inteligente, que va a edificar una Casa para Jehová, y una casa real para sí.
Entonces los que sean sabios brillarán como el resplandor del firmamento, y los que hayan vuelto a justicia a muchos, como las estrellas para siempre y eternamente.
Y él dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: ¡Yo soy el Cristo! y el tiempo se acerca. No vayáis en pos de ellos.
Y deseando él pasar a Acaya, le animaron a ello los hermanos, y escribieron cartas a los discípulos, para que le diesen buena acogida: el cual, cuando hubo llegado, fué de mucho provecho a los que habían creído mediante la gracia:
¶Porque digo, por medio de la gracia que me ha sido dada, a cada uno que está entre vosotros, que no piense de sí más elevadamente de lo que debe pensar, sino que piense sobriamente, según haya repartido Dios a cada uno la medida de fe.
no gloriándonos de lo que está fuera de nuestros linderos, metiéndonos en labores ajenas; mas teniendo esperanza que, al paso que se aumente vuestra fe, por medio de vosotros sean nuestros términos extendidos aun más;
y enviamos a Timoteo, nuestro hermano, y ministro de Dios, y nuestro colaborador en el evangelio de Cristo, para fortaleceros y consolaros en cuanto a vuestra fe;
Procura con diligencia presentarte ante Dios como ministro aprobado, obrero que no tiene de qué avergonzarse, manejando acertadamente la palabra de la verdad.
si alguno habla, sea como los oráculos de Dios; si alguno ministra, sea como del poder que suministra Dios: para que Dios sea glorificado en todas las cosas, por medio de Jesucristo; cuya es la gloria y el dominio, por los siglos de los siglos. Amén.
Y tened entendido que la larga espera de nuestro Señor es para salvación; así como también nuestro amado hermano Pablo, conforme a la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito;
Los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda suerte de piedras preciosas. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, calcedonia; el cuarto, esmeralda;