Porque de la manera que Jonás estuvo en el vientre del gran pez por tres días y tres noches, así el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el corazón de la tierra.
¶Desde aquel tiempo comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalem, y padecer muchas cosas de los ancianos, y de los jefes de los sacerdotes, y de los escribas, y ser muerto, y al tercer día ser resucitado.
Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, y le matarán; y habiendo sido muerto, después de tres días resucitará.
diciendo: Es menester que el Hijo del hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos y los jefes de los sacerdotes y los escribas, y sea muerto, y que resucite al tercer día.
¶Después de esto, José de Arinatea, siendo discípulo de Jesús (bien que lo había sido en secreto por temor le los judíos), pidió a Pilato le permitese quitar el cuerpo de Jesús: y se lo permitió Pilato. Vino, entonces, y quitó el cuerpo de Jesús.
A los cuales también se presentó vivo, después de su pasión, con muchas pruebas convincentes, por espacio de cuarenta días; siendo visto de ellos, y hablándoles de las cosas concernientes al reino de Dios.
por cuanto él ha determinado un día en que juzgará al mundo con justicia por un varón a quien él ha designado; de lo cual ha dado certeza a todos los hombres, levantándole de entre los muertos.
Fuimos pues sepultados con él, por medio del bautismo a la muerte: para que, de la manera que Cristo fué resucitado de entre los muertos, por el glorioso poder del Padre, así también nosotros anduviésemos en la virtud de una vida nueva.
habiendo sido sepultados con él en el bautismo, en el cual también fuisteis resucitados con él, por medio de la fe en la operación de Dios, que le resucitó de entre los muertos.
¶Y el Dios de paz, el cual, en virtud de la sangre del pacto eterno, volvió a traer de entre los muertos al gran pastor de las ovejas, es decir, a nuestro Señor Jesús,
inquiriendo qué cosa, o qué manera de tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, cuando de antemano daba testimonio de los padecimientos que durarían hasta Cristo, y de las glorias que los seguirían.