No tengas miedo, hija mía; haré con gusto lo que pides, pues todo el pueblo sabe que eres mujer virtuosa.
Una mujer perfecta, ¿quién la encontrará? Vale mucho más que las perlas.
Una mujer virtuosa es la corona de su marido, una mujer desvergonzada es como la carcoma en sus huesos.
Sí, es cierto que soy tu pariente, pero hay otro pariente más próximo que yo.
Y aquella misma noche se le apareció el Señor y le dijo: 'Yo soy el Dios de tu padre Abrahán. No temas, porque yo estoy contigo. Te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abrahán, mi siervo'.