Al octavo día tomará dos tórtolas o dos pichones, se presentará con ellos ante el Señor, a la entrada de la tienda de la reunión, y los entregará al sacerdote,
ofrecerá el uno como sacrificio por el pecado y el otro en holocausto, acompañado de ofrenda. El sacerdote hará sobre él el rito de absolución delante del Señor.
Cumplidos los días de su purificación, ya sea de varón o de hembra, presentará ante el sacerdote, a la entrada de la tienda de la reunión, un cordero primal como holocausto y un pichón o una tórtola en sacrificio por el pecado.