Mas los israelitas no los mataron, porque los jefes del pueblo les habían jurado por el Señor, Dios de Israel, que les perdonarían la vida. Pero toda la comunidad murmuraba contra los jefes,
Cuando la vio, rasgó sus vestiduras y gritó: '¡Ah, hija mía, infortunado de mí! Tú eres la causa de mi desgracia, pues he hecho una promesa al Señor y no puedo desdecirme'.
y le hizo esta promesa: '¡Oh Señor todopoderoso!, si quieres mirar la aflicción de tu sierva, te acuerdas de mí y me das un hijo varón, yo lo consagraré al Señor por todos los días de su vida, y la navaja no pasará por su cabeza'.
Se rebeló asimismo contra el rey Nabucodonosor, al cual había prestado juramento en el nombre de Dios. Fue terco y obstinado y no quiso convertirse al Señor, Dios de Israel.