Mientras ellos hacían estragos, quedé yo solo, me arrojé rostro en tierra y grité: '¡Señor Dios! ¿Vas a exterminar a todo el resto de Israel, derramando tu furor sobre Jerusalén?'.
David levantó los ojos y vio al ángel del Señor que estaba entre la tierra y el cielo, con la espada desenvainada en su mano y vuelta hacia Jerusalén. El rey y los ancianos, vestidos de saco, cayeron con sus rostros en tierra,
Él respondió: 'No, yo soy el jefe del ejército del Señor y acabo de llegar'. Josué cayó rostro en tierra, le adoró y le dijo: '¿Cuáles son las órdenes de mi Señor a su siervo?'.
una llama que salía de la presencia del Señor consumió el holocausto y las grasas sobre el altar. Ante esta visión, todo el pueblo lanzó gritos de alegría y cayeron rostro en tierra.
Todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes. Cayeron de rodillas ante el trono y adoraron a Dios, diciendo:
los veinticuatro ancianos se arrodillan delante del que está sentado en el trono, adoran al que vive por los siglos de los siglos y arrojan sus coronas delante del trono, diciendo:
Avanzó unos pasos más, cayó de bruces y se puso a orar así: 'Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú'.