De casa de Caifás llevaron a Jesús al palacio del gobernador. Era de madrugada. Los judíos no entraron en el palacio para no contaminarse y poder comer la cena de la pascua.
Pero si no escucháis mi mandamiento de santificar el sábado y de no transportar carga ni acarrearla por las puertas de Jerusalén en día de sábado, prenderé fuego a sus puertas y devorará, inextinguible, los palacios de Jerusalén'.
Yo era como un manso cordero que es llevado al matadero, ignorante de las tramas que estaban urdiendo contra mí. '¡Destruyamos el árbol con su fruto, arranquémoslo de la tierra de los vivos y no se recuerde más su nombre!'.