Y mientras el muchacho se acercaba, el demonio lo tiró por tierra y lo retorció violentamente. Jesús increpó al espíritu impuro, curó al muchacho y lo devolvió a su padre.
Por eso, alegraos, oh cielos, y vosotros, los que habitáis en ellos. ¡Ay de la tierra y del mar, porque el diablo ha bajado hasta vosotros con gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo!
Un espíritu maligno se apodera de él, y de repente se pone a gritar; lo retuerce entre espumarajos y a duras penas se aleja de él, dejándolo extenuado.
Jesús respondió: '¡Gente incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? Tráeme aquí a tu hijo'.