Y les decía: 'El hijo del hombre es Señor también del sábado'.
Y añadió: 'El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado.
Caí en éxtasis el día del Señor y oí detrás de mí una voz potente como de trompeta,
Una nube los cubrió con su sombra; y desde la nube se oyó una voz: 'Éste es mi hijo amado. Escuchadlo'.
¿Cómo entró en la casa de Dios, comió los panes de la proposición y dio a los que le acompañaban, aunque a nadie le es permitido comer de ellos, sino sólo a los sacerdotes?'.
Otro sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Allí había un hombre que tenía seca su mano derecha.