Y mirando a todos los circundantes, le dijo: 'Extiende tu mano'. La extendió, y quedó sana.
Entonces, mirándolos indignado y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: 'Extiende tu mano'. La extendió y quedó sana.
Jesús le dijo: 'Levántate, toma tu camilla y anda'.
Envió su palabra y los curó, los libró del sepulcro.
Entonces el rey dijo al hombre de Dios: '¡Por favor! Suplica al Señor, tu Dios, y ruega por mí para que pueda mover mi mano'. El hombre de Dios invocó al Señor, y el rey pudo mover la mano, quedando como antes.
Jesús les dijo: '¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?'.
Pero ellos, en el colmo de su locura, discutían sobre lo que tenían que hacer con Jesús.