El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a llevar la buena nueva a los pobres, a anunciar la libertad a los presos, a dar la vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos
El espíritu del Señor Dios está en mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado a llevar la buena nueva a los pobres, a curar los corazones oprimidos, a anunciar la libertad a los cautivos, la liberación a los presos;
cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y llenó de poder a Jesús de Nazaret, el cual pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el demonio, porque Dios estaba con él.
Y les respondió: 'Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia el evangelio a los pobres.
a abrirles los ojos, para que pasen de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios; para que, por la fe en mí, reciban el perdón de los pecados y la herencia entre los consagrados.
Vosotros, por el contrario, sois linaje escogido, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su propiedad, para anunciar las grandezas del que os ha llamado de las tinieblas a su luz maravillosa,
Mis queridos hermanos, escuchad. ¿No ha elegido Dios a los pobres según el mundo para ser ricos en la fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?
En cuanto a mí, éste es mi pacto con ellos, dice el Señor: Mi espíritu, que reposa en ti, y mis palabras, que he puesto en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus descendientes, ni de la boca de los descendientes de tus descendientes -dice el Señor- desde ahora y por siempre.
El Señor Dios me ha dado una lengua de experto para que yo sepa responder al cansado. Cada mañana me despierta el oído para escuchar como un discípulo.
Setenta semanas están fijadas sobre tu pueblo y tu ciudad santa, para poner fin al delito y a la injusticia, para perdonar los crímenes e instaurar una justicia eterna, para que se cumplan visión y profecía y para consagrar el lugar santísimo.
Pues esto dice el altísimo, el excelso, el que habita una morada eterna y cuyo nombre es santo: Yo habito en una morada excelsa y santa, pero también estoy con el hombre arrepentido y humilde, para reanimar el espíritu de los humildes, para reconfortar el corazón afligido.
y decir a los prisioneros: ¡salid!, a los que están en las tinieblas: ¡mostraos! A lo largo de todos los caminos se apacentarán; en todas las alturas peladas tendrán pastos.
Yo le he suscitado para la victoria, y he allanado todos sus caminos; él reconstruirá mi ciudad y repatriará a mis deportados sin precio ni soborno -dice el Señor todopoderoso-.
y le dijo: 'Pasa por la ciudad, recorre Jerusalén y marca con una cruz la frente de los hombres que gimen y lloran por todas las nefastas acciones que se cometen dentro de ella'.
Todo esto lo ha hecho mi mano, y mío es todo ello -dice el Señor-. Pero aquel en quien fijo yo mis ojos es el humilde, el de contrito corazón, que tiembla a mi palabra.
Por haberse conmovido tu corazón y haberte humillado delante del Señor al oír las palabras con que él ha amenazado a este lugar y a sus habitantes, por haberte humillado delante de mí, por haberte rasgado las vestiduras y haber llorado delante de mí, también yo te he escuchado, dice el Señor.