Pero fueron insolentes, se rebelaron contra ti y echaron tu ley a sus espaldas; mataron a tus profetas, que les exhortaban a convertirse a ti, y te ofendieron gravemente.
Pero ellos hacían escarnio de los enviados de Dios, despreciaban sus palabras, se burlaban de sus profetas, hasta el punto que la ira del Señor contra su pueblo se hizo irremediable.
Además, Manasés vertió muchísima sangre inocente, hasta anegar Jerusalén de extremo a extremo, aun prescindiendo del pecado que hizo cometer a Judá haciendo lo que es malo a los ojos del Señor.