Regresaron del sepulcro y contaron todo a los once y a todos los demás.
Ella fue a decírselo a los que habían andado con él, que estaban llenos de tristeza y llorando.
Ellas se acordaron de estas palabras.
Eran María Magdalena, Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas las que decían estas cosas a los apóstoles.