Como la discordia crecía cada vez más, el comandante, temiendo que despedazaran a Pablo, ordenó que bajara la tropa, que lo sacaran de allí y que lo llevaran a la fortaleza.
Ellos gritaron: '¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo!'. Dijo Pilato: '¿Voy a crucificar a vuestro rey?'. Los sumos sacerdotes respondieron: 'No tenemos más rey que el césar'.
Viendo Pilato que nada conseguía, sino que aumentaba el alboroto, mandó que le trajeran agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo: 'Soy inocente de esta sangre. ¡Vosotros veréis!'.