El pueblo estaba mirando. Las mismas autoridades se burlaban, diciendo: 'Ha salvado a otros; que se salve a sí mismo si es el mesías de Dios, el elegido'.
A pesar de todo, muchos, aun de los mismos jefes, creyeron en él; pero por miedo a los fariseos no lo confesaban, para que no los expulsaran de la sinagoga,