Al ver, por una parte, la valentía de Pedro y Juan, y comprendiendo, por otra, que eran hombres sin instrucción y cultura, estaban sorprendidos. Reconocían que habían estado con Jesús;
y Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados como columnas, reconocieron que Dios me ha dado este privilegio, y nos dieron la mano a mí y a Bernabé en señal de que estaban de acuerdo en que nosotros nos dedicáramos a los paganos