Puse al cargo de los almacenes al sacerdote Selemías, al escriba Sadoc y al levita Pedayas y, como adjunto, a Janán, hijo de Zacur y nieto de Matanías, porque eran tenidos como personas de confianza. Su misión era hacer las reparticiones entre sus hermanos.
Sacó de allí, como había dicho el Señor, todos los tesoros del templo del Señor y del palacio real, e hizo pedazos todos los objetos de oro que Salomón, rey de Israel, había fabricado para el santuario del Señor.
Después quemaron la ciudad y todo lo que había en ella, a excepción de la plata, el oro y los objetos de bronce y de hierro, que se depositaron en el tesoro de la casa del Señor.