Cuando tuvo doce años, fueron a la fiesta, como era costumbre.
Sus padres iban todos los años a Jerusalén por la fiesta de la pascua.
Terminada la fiesta, emprendieron el regreso; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres se dieran cuenta.
Tres veces al año comparecerá todo varón ante el Señor, tu Dios.
Llegó a Nazaret, donde se había criado. El sábado entró, según su costumbre, en la sinagoga y se levantó a leer.
Cuando llegó a Galilea, los galileos, testigos oculares de todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, lo recibieron muy bien.