Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para ofrecerlo al Señor,
Ana no quiso acompañarle; le dijo a su marido: 'Cuando el niño haya sido destetado, yo lo llevaré para que sea presentado al Señor y se quede allí para siempre'.
Inmolaron un novillo y presentaron el niño a Elí.
Movido por el Espíritu fue al templo, y, al entrar los padres con el niño Jesús para cumplir lo establecido por la ley acerca de él,