Ya sé lo que voy a hacer, para que haya quien me reciba en su casa cuando no tenga la administración.
Esta sabiduría no viene de arriba, sino que es terrena, sensual, endemoniada;
¡Oh, necio es mi pueblo, no me conocen; son hijos insensatos, no tienen inteligencia, diestros sólo para el mal, pero no saben hacer el bien!
no sea que, saciado, reniegue de ti y diga: '¿Quién es el Señor?'; o que, siendo pobre, robe y profane el nombre de mi Dios.
Entonces el administrador se puso a pensar: ¿Qué voy a hacer, pues mi amo me quita la administración? Cavar, ya no puedo; mendigar, me da vergüenza.
Llamó a todos los deudores de su amo, y preguntó al primero: ¿Cuánto debes a mi amo?
Y yo os digo: Haceos amigos con el dinero injustamente adquirido, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.