El Señor no retarda el cumplimiento de la promesa, como creen algunos que le acusan de tardanza, sino que usa de paciencia con vosotros, pues no quiere que nadie perezca, sino que todos alcancen el arrepentimiento.
Que entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: 'Perdona a tu pueblo, Señor, y no entregues tu heredad al oprobio, a la burla de las gentes. ¿Por qué se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?'.
¿Acaso se devuelve mal por bien? Pues están cavando una fosa para mí. Recuerda cómo me he presentado ante ti para hablarte en favor suyo y alejar de ellos tu furor.
'Si de verdad he hallado gracia a tus ojos, Señor, que el Señor marche en medio de nosotros; porque éste es un pueblo de cabeza dura; pero tú perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado y tómanos por tu heredad'.