Por eso, todo lo que hayáis dicho en las tinieblas será escuchado a la luz del día, y lo que hayáis hablado al oído en los aposentos será proclamado desde las terrazas.
No maldigas al rey ni aun con tu pensamiento; no maldigas al rico ni aun en tu alcoba; porque las aves del cielo transportan la voz y un ser alado lo hace saber.