Jesús respondió: 'Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó entre ladrones, que le robaron todo lo que llevaba, le hirieron gravemente y se fueron dejándolo medio muerto.
Robusteceré los brazos del rey de Babilonia, pondré en su mano mi espada y romperé los brazos del Faraón, que gemirá ante él, como un herido de muerte.
Decían a sus madres: '¿Dónde está el pan y el vino?', mientras caían como heridos en las plazas de la ciudad y exhalaban su espíritu en el regazo de sus madres.