Si el que peca es el sacerdote consagrado por la unción, haciendo así culpable a todo el pueblo, ofrecerá al Señor por el pecado cometido un novillo sin defecto como sacrificio por el pecado.
Esto es lo que el Señor exigió de los israelitas en favor de los sacerdotes desde el día de su consagración: es ley perpetua para todas las generaciones.
Finalmente, Moisés tomó el óleo de la unción y sangre de la que había sobre el altar, y roció a Aarón y sus vestiduras, a los hijos de Aarón y sus vestiduras, y así los consagró.
No salgáis de la entrada de la tienda de la reunión, no sea que muráis, pues lleváis sobre vosotros el óleo de la unción del Señor'. Ellos hicieron lo que Moisés había dicho.