La gente que se les había unido tenía tanta hambre que los mismos israelitas, contagiados, se pusieron a llorar, gritando: '¡Quién nos diera carne que comer!
Los panes serán para Aarón y sus hijos, que los comerán en lugar santo, porque son cosa santísima que les pertenece entre las ofrendas quemadas en honor del Señor. Es ley perpetua