Porque desde oriente a occidente mi nombre es grande entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi nombre un sacrificio de incienso y una ofrenda pura. Porque mi nombre es grande entre las naciones -dice el Señor todopoderoso-,
David levantó allí un altar al Señor y ofreció holocaustos y sacrificios de reconciliación. Entonces el Señor tuvo misericordia del país y retiró el castigo de Israel.
Samuel dijo: '¿Cómo voy a ir? Cuando se entere Saúl, me matará'. El Señor le contestó: 'Lleva contigo una ternera, y dirás: He venido a ofrecer un sacrificio al Señor.
Baja delante de mí a Guilgal; yo iré para ofrecer holocaustos y sacrificios de reconciliación. Esperarás siete días hasta que yo vaya y te diga lo que tienes que hacer'.
Después construirás al Señor, tu Dios, en la cumbre de este cerro, un altar bien preparado. Entonces ofrecerás el toro gordo en holocausto con la leña que habrás cortado'.
Cualquier israelita o extranjero residente que coma la sangre, cualquiera que sea, será objeto de mi aborrecimiento; yo me volveré contra él y lo extirparé de su pueblo,
y lo lleva a la entrada de la tienda de la reunión para presentarlos como ofrenda al Señor ante su santuario, se hace responsable de la sangre derramada y será extirpado de en medio de su pueblo.
Llegó a oídos de los israelitas que los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés habían levantado un altar en la frontera de Canaán, junto al Jordán, en territorio israelita;
'Esto dice toda la comunidad del Señor: ¿Qué infidelidad es esta que habéis cometido contra el Dios de Israel? ¿Por qué os habéis levantado un altar en rebeldía contra el Señor?