Luego los marineros se dijeron unos a otros: 'Echemos suertes para saber quién es la causa de esta desgracia'. Echaron suertes, y la suerte cayó en Jonás.
La distribuiréis por suertes entre vuestros clanes; según éstos sean más o menos numerosos, les daréis una heredad grande o pequeña. La que caiga en suerte a cada uno, ésa será su heredad, y haréis la partición según las tribus patriarcales.
El macho cabrío sobre el que haya caído la suerte de Azazel será presentado vivo delante del Señor, para hacer sobre él el rito de absolución y mandarlo al desierto, donde está Azazel.