como días en que los judíos se deshicieron de sus enemigos, y mes en que la tristeza se convirtió en alegría y el luto en regocijo. Estos dos días debían convertirse en días de banquete y alegría, haciéndose regalos unos a otros y dando donativos a los pobres.
El espíritu del Señor vino sobre él, fue juez de Israel y salió a combatir contra Cusán Risatayín, rey de Edón; el Señor se lo puso en sus manos y lo derrotó.
Muerto Otoniel, hijo de Quenaz, los israelitas volvieron a hacer lo que desagrada al Señor, y el Señor dio poder a Eglón, rey de Moab, sobre Israel, porque habían hecho lo que desagradaba al Señor.
Pero en cuanto recobraron la paz, volvieron en seguida a obrar mal ante ti, y tú los abandonaste en manos de sus enemigos, que les sometieron a su yugo. Entonces volvían a suplicarte, y tú los escuchabas desde el cielo. ¡Cuántas veces los salvaste por tu gran bondad!