La mujer de Sansón se echó en brazos de él, llorando, y le dijo: 'Tú me odias, no me amas. Has propuesto un acertijo a mis paisanos y no me lo has explicado a mí'. Él le respondió: 'No se lo he explicado ni a mi padre ni a mi madre, ¿y te lo voy a explicar a ti?'.
Entonces ella se quitó sus vestidos de viuda, se cubrió con un velo y, disfrazada, se sentó a la entrada de Enáyim, junto al camino de Timná, pues veía que Selá había crecido y no se había casado con ella.