Pero ellos se olvidaron del Señor, su Dios, y él los entregó en manos de Sísara, jefe de los ejércitos de Jasor, en manos de los filisteos y en manos del rey de Moab, que les hicieron la guerra.
Los israelitas volvieron a hacer lo que desagrada al Señor; dieron culto a los Baales y Astartés y a los dioses de Arán y de Sidón, a los dioses de Moab, a los de los amonitas y filisteos. Abandonaron al Señor y dejaron de darle culto.
Tres mil hombres de Judá fueron a la cueva de Etán para decir a Sansón: '¿No sabes que estamos bajo el dominio de los filisteos? ¿Qué es lo que has hecho?'. Él les respondió: 'Los he tratado como ellos me trataron a mí'.
Los filisteos fueron derrotados. No volvieron a invadir el territorio de Israel, y la mano del Señor pesó sobre los filisteos durante toda la vida de Samuel.
Sus padres no sabían que lo había dispuesto así el Señor, el cual buscaba un pretexto para atacar a los filisteos, que, por entonces, oprimían a Israel.