Los guardias respondieron: 'Nadie habló jamás como habla este hombre'.
Todos daban su aprobación y, admirados de las palabras tan hermosas que salían de su boca, decían: '¿No es éste el hijo de José?'.
Habla en público y nadie le dice una palabra. ¿Es que habrán reconocido los jefes que éste es verdaderamente el mesías?
Y ellos se asombraban de su doctrina porque hablaba con autoridad.
Los fariseos oyeron lo que la gente decía de él y, de acuerdo con los sumos sacerdotes, mandaron guardias a prenderlo.