Y algunos querían prenderlo, pero nadie puso las manos en él.
Querían prenderlo, pero nadie puso en él las manos porque su hora no había llegado todavía.
A la noche siguiente se le apareció el Señor y le dijo: 'Ten ánimo, pues como has dado testimonio en Jerusalén acerca de mí, así conviene también que lo des en Roma'.
Así habló junto al tesoro enseñando en el templo, y ninguno lo prendió porque su hora no había llegado todavía.
porque yo estoy contigo, y nadie intentará hacerte mal, pues tengo en esta ciudad un pueblo numeroso'.
Pero los fariseos salieron y tomaron en consejo la resolución de acabar con él.