Yo no necesito testimonio de ningún hombre; digo estas cosas para que vosotros os salvéis.
Si aceptamos el testimonio de los hombres, el testimonio de Dios es más grande; pues el testimonio de Dios es que ha testificado de su Hijo.
Éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el mesías, el hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.
Cuida de ti mismo y de lo que enseñas. Persevera en estas cosas. Si lo haces así, te salvarás a ti y a los que te escuchan.
Con los débiles en la fe me hago débil para ganar a los débiles; me hago todo para todos, para salvarlos a todos.
Hermanos, el buen deseo de mi corazón y la súplica que dirijo a Dios es que consigan su salvación.
No importa que algunos fueran infieles. ¿Es que su infidelidad va a anular la fidelidad de Dios?
Jesús respondió: 'Si yo me diera a mí mismo el honor, mi honor no sería nada. Es mi Padre el que me honra; el que decís vosotros que es vuestro Dios,
No acepto honores humanos;
y que hay que predicar en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén.
No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.
Pero a Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo incrédulo y rebelde.
El hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido'.
'¡Jerusalén, Jerusalén!, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como una gallina a sus polluelos bajo las alas, y no has querido!
Otro es el que testifica de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí.