¿Qué hombre, en efecto, conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? De la misma manera, nadie conoce las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.
Entonces él me dijo: 'Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Esto dice el Señor Dios: ¡Ven, espíritu, de los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos para que revivan!'.
Acabada su oración, tembló el lugar en que estaban reunidos, y quedaron todos llenos del Espíritu Santo, y anunciaban con absoluta libertad la palabra de Dios.