Una noche fue a ver a Jesús y le dijo: 'Maestro, sabemos que Dios te ha enviado para enseñarnos, porque nadie puede hacer los milagros que tú haces si no está Dios con él'.
Ella: Yo dormía, pero mi corazón velaba... ¡Una voz! Mi amor me llama: ' breme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, mi perfecta; mi cabeza está cubierta de rocío; mis bucles, del relente de la noche...'.
Apenas los había pasado cuando encontré al amor de mi vida. Lo abracé y no lo he de soltar hasta que no lo haga entrar en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me engendró. Él:
Por segunda vez lo llamó el Señor: '¡Samuel!'. Y Samuel se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: 'Aquí estoy, pues me has llamado'. Elí respondió: 'No te he llamado; vuelve a acostarte, hijo mío'.