'¿No os ordenamos solemnemente que no enseñaseis en nombre de ése? Y, sin embargo, habéis llenado Jerusalén de vuestra doctrina y queréis hacernos responsables de la sangre de este hombre'.
Como la gente se apelotonaba a su alrededor, se puso a decir: 'Esta generación es malvada; pide una señal milagrosa y no se le dará otra que la señal de Jonás.
Entró en el templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo y le preguntaron: '¿Con qué autoridad haces todo esto? ¿Quién te ha dado esa autoridad?'.
'Cuando os hable el Faraón y os diga: Haced algún prodigio, tú dirás a Aarón: Toma tu bastón y échalo delante del Faraón. El bastón se convertirá en serpiente'.
Al mismo tiempo dio una señal, diciendo: 'Ésta será la señal de que ha hablado el Señor: El altar se va a partir y a derramarse la ceniza que hay sobre él'.