Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del templo, con las ovejas y los bueyes; esparció por el suelo las monedas de los cambistas y volcó las mesas.
Entonces me dijo: Ésta es la palabra del Señor sobre Zorobabel: 'No por el poder de las armas ni por la violencia, sino por mi espíritu, palabra del Señor todopoderoso.
Jesús entró en el templo y echó a todos los que estaban allí vendiendo y comprando. Volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas,