Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel al que Pedro cortó la oreja, replicó: '¿No te vi yo en el huerto con él?'.
Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó, dio un golpe al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. El criado se llamaba Malco.
Dicho esto, Jesús se fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, y entraron en un huerto.
Al poco tiempo se acercaron a Pedro los que estaban allí y le dijeron: 'Seguro que tú también eres de ellos, pues tu misma habla te descubre'.
Los labios veraces permanecen por siempre, la lengua mentirosa dura sólo un instante.
Poco después otro, al verlo, dijo: 'Tú también eres de ellos'. Y Pedro dijo: 'Hombre, no lo soy'.