Los filisteos lo apresaron, le sacaron los ojos y lo llevaron a Gaza. Lo sujetaron con dos cadenas de bronce y le pusieron a moler el grano en la cárcel.
Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abrahán levantó un altar; preparó la leña, ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar encima de la leña.
Como la discordia crecía cada vez más, el comandante, temiendo que despedazaran a Pablo, ordenó que bajara la tropa, que lo sacaran de allí y que lo llevaran a la fortaleza.