Y, volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: '¿Ves a esta mujer? Yo entré en tu casa y no me diste agua para los pies; ella, en cambio, ha bañado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos.
y les dijo: 'Por favor, señores, venid a casa de vuestro siervo y pasad allí la noche; lavaos los pies, y mañana por la mañana seguiréis vuestro camino'. Ellos le respondieron: 'No; pasaremos la noche en la plaza'.
y estar acreditada por sus buenas obras, tales como haber educado bien a sus hijos, haber ejercitado la hospitalidad, haber lavado los pies a los creyentes, haber socorrido a los atribulados, haber practicado toda clase de obra buena.
Yo le respondí: 'Señor, tú lo sabes'. Él me dijo: 'Ésos son los supervivientes de la gran persecución, y han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del cordero.
acerquémonos con un corazón sincero, con fe perfecta, purificados los corazones de toda mancha de la que tengamos conciencia, y el cuerpo lavado con agua pura.
Eso erais antes algunos; pero habéis sido lavados, consagrados y justificados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.
Pero Josafat preguntó: '¿No habrá aquí algún profeta del Señor, para consultar al Señor por su medio?'. Uno de los servidores del rey de Israel dijo: 'Aquí está Eliseo, el hijo de Safat, el que vertía agua en las manos de Elías'.
El leproso así purificado lavará sus vestidos, se cortará todo el pelo, se bañará con agua y será puro. Después entrará de nuevo en el campamento, pero tardará siete días en entrar en su tienda.
Es él, Jesucristo, el que ha venido con agua y sangre; no sólo con agua, sino con agua y sangre. Y es el Espíritu el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
se puso detrás de él a sus pies, y, llorando, comenzó a regarlos con sus lágrimas y a enjugarlos con los cabellos de su cabeza, los besaba y ungía con el perfume.
y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos y el rey de los reyes de la tierra. A aquel que nos ama y nos ha lavado de nuestros pecados con su propia sangre,