En esto reconocerán todos que sois mis discípulos, en que os amáis unos a otros'.
El que ama a su hermano está en la luz, y no hay en él ocasión alguna de caída.
Que todos sean una sola cosa; como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean una sola cosa en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Pero el que guarda su palabra, verdaderamente es perfecto en él.
Te ruego, oh señora -aunque no te escribo un mandamiento nuevo, sino el que tenemos desde el principio-, que nos amemos los unos a los otros.