Jesús sabía muy bien quién iba a traicionarlo; por eso dijo: 'No todos estáis limpios'.
Y Jesús respondió: 'Aquel a quien yo dé un trozo de pan mojado'. Mojó el pan y se lo dio a Judas, el de Simón Iscariote.
Al decir esto, se sintió profundamente conmovido y dijo: 'Os aseguro que uno de vosotros me entregará'.
No hablo de vosotros. Yo sé muy bien a quiénes he elegido; pero debe cumplirse la Escritura: El que come conmigo se ha vuelto contra mí.
Se pusieron a cenar. El diablo había metido en la cabeza a Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de traicionar a Jesús.
No necesitaba que le informasen de nadie, pues él conocía muy bien el interior del hombre.
Cuando yo estaba con ellos, yo los guardaba y los protegía con tu poder; tú me los confiaste, y ninguno se perdió, a no ser el que tenía que perderse para que se cumpliera la Escritura.
Y Jesús, que sabía todo lo que iba a sucederle, salió y les dijo: '¿A quién buscáis?'.