Por eso intentaban prenderlo de nuevo, pero se les escapó de las manos.
Querían prenderlo, pero nadie puso en él las manos porque su hora no había llegado todavía.
Entonces agarraron piedras para tirárselas. Pero Jesús se escondió y salió del templo.
Y algunos querían prenderlo, pero nadie puso las manos en él.
De nuevo los judíos agarraron piedras para apedrearlo.
Pero los fariseos salieron y tomaron en consejo la resolución de acabar con él.